Apostar por quedarse o salir, el dilema en nuestros pueblos

Esta última semana se ha hecho viral una entrevista emitida en el programa La Sexta Columna  a  un chico de 13 años  que vive en un pueblo asturiano, donde “tiene el título honorífico” de ser el único joven de su pueblo.

La entrevista venía a dar voz a un reportaje sobre el envejecimiento y la baja natalidad en nuestro país, poniendo el caso de Adrián, como ejemplo de lo que sucede en otros pueblos de España, donde la población joven decide marcharse para desarrollarse en las ciudades, donde las oportunidades laborales son mayores y las posibilidades de vivir con comodidades son más altas.

Durante la entrevista, el joven asturiano dejó un titular que ha dado la vuelta al mundo y ha provocado las risas, los chistes y los memes en todos los rincones de la red: “Estoy muy a gusto solo, sin que nadie me toque los cojones”.  Sin embargo, detrás de sus palabras y su ejemplo de vida se trasluce lo que sucede en nuestros pueblos.

Yo no juego a nada”. “Cuando salgo del colegio trabajo el campo con mi padre”. Detrás de Adrián, un niño aparentemente feliz, con una infancia basada en la vida de los mayores, se esconden los miedos de muchas personas que deciden apartar la construcción de sus proyectos de vida lejos del medio rural.

Una vecina del pueblo lo sentenciaba muy bien en una frase: “La vida aquí es dura, por eso no hay juventud”. Facilitar recursos, desarrollar iniciativas municipales, extender el uso de tecnologías como Internet o reconocer la figura de las mujeres, serán medidas obligatorias si queremos hablar de futuro en el medio rural.

Hoy nuestros pueblos ocupan el 85% de todo el territorio español, abarcando a un 20% de la población de nuestro país, según el Informe de Vertebración social elaborado por el Consejo Económico y Social (CES). A pesar de la magnitud de su incidencia y de su importancia para nuestro país, cada vez desaparecen más municipios rurales. En 2015 había 25 municipios rurales menos que en el año 2008, y el número de personas descendió un 4,3%, siendo Cantabria (-11,0%), Galicia (-9,2%) y La Rioja (-8,3%) respectivamente, las comunidades que más habitantes han perdido en los últimos años.

Según los últimos resultados registrados por INE, en España contamos con 1.300 municipios con menos de 100 personas empadronadas y 3.225 núcleos de población en los que no vivía nadie, que los sitúan como puntos en verdadero peligro de desaparición, lo que supondría una grave pérdida etnológica, económica y ambiental.

Este riesgo de desaparición de municipios persiste sobre todo en zonas escasamente pobladas y con baja densidad de población, que permanecen aislados geográficamente, carentes de conexiones de transporte e Internet; con unos insuficientes servicios sociales, con menores dotaciones de capital humano y oportunidades de empleo y con una considerable dificultad de integrarse con otras regiones de España dada todas estas condiciones.

Entre los problemas que genera el despoblamiento, cabe destacar la deducción de los usos tradicionales de la agricultura y de la ganadería extensiva, que influyen positivamente en la prevención de incendios forestales.

Para abordar fenómenos como la despoblación, el envejecimiento de la población y la disminución de oportunidades sociales en el medio rural, es necesario enfocar los esfuerzos hacia los factores que influyen en las decisiones que les hace permanecer en él, o salir para no volver. Para este propósito, es fundamental el trabajo que durante 37 años viene desarrollando AFAMMER, siendo un polo vertebrador, sobre el que muchas mujeres se sienten reconocidas en el medio rural.

El desarrollo económico es fundamental para acabar con el despoblamiento; y por tanto, para dejar de ver nuestros pueblos abandonados a su suerte, viendo salir a sus jóvenes, sobre todo mujeres, emigrando hasta zonas urbanas, buscando un porvenir mejor.

Invertir en los pueblos, creer en sus posibilidades y romper las barreras de género, son algunos de los principales retos que se mantienen por delante.

Hoy Adrián debe servir como ejemplo de un joven que quiere permanecer en nuestros pueblos, pero mejor, si es en compañía.