Carmen Quintanilla se despide de la Cámara Alta

Queridos amigos y amigas,

Después de toda una vida dedicada a la actividad política ha llegado el momento de dar un paso al lado porque así lo ha decidido el pueblo soberano. Han sido años de duro trabajo, de servicio público y de contribuir con todo mi empeño y dedicación a construir un país mejor, más justo y más tolerante donde mujeres y hombres sean reconocidos en igualdad.

Desde el año 2000 en el que inicié mi trayectoria política, siendo la primera diputada nacional del Partido Popular en Ciudad Real y también como senadora en esta última legislatura, siempre me he sentido honrada por poder representar cada día a mis paisanos en todos los foros nacionales e internacionales en los que he tenido la oportunidad de participar.

Hoy casi dos décadas después siento que todos mis sacrificios personales, de horas robadas a mi familia y a mí misma, han servido para sembrar las bases de un país mejor. Echando la vista atrás sé que ha merecido la pena, porque personas como mi nieta se encontrarán una España que hoy la reconoce como mujer, respeta sus derechos y le permitirá alcanzar todo lo que se proponga sin límites.

Me marcho agradecida a mi partido que tanto me ha dado durante estos años, a todos los presidentes que confiaron en mí y en mi trabajo para gobernar cuando ha sido posible y para hacer una oposición digna cuando así lo decidieron los españoles; a mis paisanos que me han respaldado con sus votos durante todos estos años y también a los que no lo hicieron pero han sabido reconocer mi trabajo incansable.

He sido una privilegiada por pertenecer a una de las primeras generaciones de mujeres que entraron en el Congreso para dar voz a todas las demás y para hacer que la igualdad sea hoy una realidad que reconoce nuestro talento.

Como diputada he tenido el honor de haber firmado algunas páginas doradas de nuestra legislación, siendo ponente de doce leyes como la ley de Titularidad Compartida en las Explotaciones Agrarias, o la ponencia de menores sin alcohol, así como impulsora de decenas de proposiciones no de ley que han sido germen de grandes pasos en nuestra sociedad.

Se cierra mi etapa como política, pero seguiré trabajando para servir a la sociedad, a España, porque así lo siento y estoy convencida que lo haré hasta que no me queden fuerzas. Ahora como parlamentaria permanente en la asamblea del consejo de Europa y como vicepresidenta de la Unión Europea de Mayores, me quedan grandes metas por conquistar y no desistiré hasta lograrlo.

Me voy con el orgullo del deber cumplido, sin mácula en mi trayectoria, siendo una compañera leal a mi partido y a España.

En cada rincón de nuestro país tengo amigos a los que hoy y siempre les estaré eternamente agradecida, a los que he tenido la oportunidad de conocer gracias a mi actividad política y a mi trabajo como presidenta nacional de la primera organización de mujeres rurales de nuestro país (AFAMMER) que fundé hace 37 años y por las que seguiré trabajando para alcanzar la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres en el medio rural, objetivo con el que nacimos como organización y que nos ha hecho ser una referencia a nivel internacional, alcanzando estatus consultivo en Naciones Unidas.

No es un adiós, es un hasta siempre.

Un fuerte abrazo,

Carmen Quintanilla Barba.