Mar Infanzón, de Espacio Kintsugi: “Tras un fracaso siempre hay una nueva oportunidad”

Lo que comenzó como una afición, derivada de su pasión por los volúmenes escultóricos, cuando estudiaba la carrera de Arquitectura, se ha terminado convirtiendo en un método de aprendizaje para todos los alumnos y alumnas que acuden al Espacio Kintsugi.

Mar Infanzón eligió este nombre porque kintsugi es una técnica que quiere decir ‘reparar con oro’, poniendo así en valor “las cicatrices de la vida que muestran el valor y la belleza de la experiencia que acumulamos”.

Por las mañanas arquitecta y por las tardes maestra de cerámica, así reparte su tiempo esta asturiana cuyo deseo sería poder “aplicar mis murales y esculturas a la arquitectura”.

Cuenta a AFAMMER que comenzó “con la actividad de la cerámica en una etapa en la que salgo de una fuerte depresión” y ahora imparte talleres en Oviedo y en municipios cercanos a la ciudad.

Se siente agradecida a la Fundación Once porque “apoyaron mi proyecto personal para emprender mi actividad en el taller de cerámica”, acción que ha posibilitado que estas clases unan en una misma actividad a personas de edades tan dispares como “niños que vienen con sus abuelos”.

  • Cuéntanos en qué consiste tu proyecto empresarial Espacio Kintsugi

Se trata de un taller donde se imparten clases de cerámica y alfarería para público de todas las edades y condición. No son necesarios conocimientos previos. En poco tiempo se ven avances personales, lo que aporta gran satisfacción a los participantes. Se desarrollan unos trabajos tipo para aprendizaje de las técnicas básicas de manejo de herramientas y distintos materiales. Después, cada participante desarrolla sus propios proyectos basados en las técnicas aprendidas.

Hay varias modalidades de participación:

  • Talleres de continuidad, que se desarrollan en sesiones semanales de 2h.30’, un día a la semana, a lo largo del año.
  • Talleres puntuales en los que es posible realizar la actividad por sesiones sueltas, en horario a convenir.
  • Talleres temáticos de fin de semana.
  • Sesiones para eventos en grupo.
  • Además, también se realizan piezas por encargo.

 

  • ¿Cómo empezó tu idilio con el mundo de la cerámica?

Como una afición. Por mis estudios universitarios he tenido contacto con el mundo del arte, siendo la escultura mi disciplina favorita, en concreto la cerámica. Mi interés se centra en los volúmenes y la expresividad de los materiales. En el desarrollo de las tareas propias de mi profesión como arquitecta, siempre he sentido el deseo de llevar a volumen las formas que dibujo. La cerámica es la disciplina que me permite ejecutarlas de una forma rápida y efectiva.

  • ¿Por qué elegiste la técnica del kintsugi?

El kintsugi es la técnica por la que los emperadores japoneses recuperaban las piezas de cerámica de gran valor que se rompían. Inicialmente, encargaron esta tarea a talleres chinos, especializados en la elaboración de piezas de cerámica, y las repararon con piezas de hierro que unían los fragmentos. Pero ofendidos por el tratamiento que dieron a sus valiosas piezas, desde el punto de vista tanto artístico como sentimental, y desilusionados con los resultados, recurrieron a los joyeros japoneses que resolvieron el problema soldando los fragmentos con oro, poniendo en valor las viejas piezas. Esa técnica habla de que lo viejo no es feo y falto de valor, sino que tiene la belleza de la experiencia de una vida y de las enseñanzas aprendidas.

Esta solución técnica está ligada a la filosofía oriental del valor de lo viejo y lo usado. Los objetos no pierden su valor por el uso y el deterioro, sino que las cicatrices son el recuerdo de la vida del objeto. Las piezas soldadas con oro, muestran con orgullo sus cicatrices y, por comparación, las cicatrices de la vida muestran el valor y la belleza de la experiencia que acumulamos.

Esta historia me la contó uno de mis profesores de cerámica cuando una de las piezas que creé salió rota del horno. Me pareció tan bella y tan sensata que la interioricé pensando que las dificultades de mi vida se estaban sellando y comenzaba a entender la belleza de mi propia experiencia. En vez de llevarme un disgusto por haber perdido la pieza, llegué a comprender que tras un fracaso siempre hay una nueva oportunidad y lo vivido anteriormente nos aporta herramientas para afrontar los nuevos retos.

  • ¿Cómo compaginas arquitectura y cerámica?

Dedico la mañana a la arquitectura, por lo que también puedo realizar las actividades del taller, que tienen demanda en horario de tarde por ser una actividad de tiempo libre. Se han convertido en mi propio tiempo de ocio.

  • ¿El tipo de arquitectura que realizas, tiene algún reflejo con el tipo de cerámica que practicas?

Actualmente mis trabajos para el campo de la arquitectura son puramente burocráticos. Tasaciones, informes, certificaciones energéticas,… no tienen nada que ver con la creatividad. Es por ello que trabajar en una actividad creativa satisface mis necesidades de desarrollo artístico personal. Mi deseo sería poder aplicar mis murales y esculturas a la arquitectura.

Una de las funciones de la arquitectura es la creación de espacios en los que se integran otras disciplinas. Es el conjunto de las obras, o la decoración con los espacios que las contienen, lo que crea los entornos en los que se desarrolla nuestra vida, ayudando a crear espacios bellos y confortables. Entiendo el empleo de los materiales, con sus colores y texturas, como elementos integrales que suponen la propia decoración o la adecuada funcionalidad de los espacios habitables.

  • Además de un arte, kintsugi es una filosofía que nos enseña a reparar heridas y querer nuestras cicatrices. En lo personal, ¿te sientes identificada?

Sí. En concreto, comienzo con la actividad de la cerámica en una etapa en la que salgo de una fuerte depresión y necesito comprender lo que ha sido mi vida hasta entonces. La filosofía del kintsugi, está basada en el concepto de la belleza de las cicatrices como valoración de lo que nos aporta la experiencia vivida. La aceptación de lo vivido como experiencia de conocimiento y oportunidad y no como consideración de errores cometidos.

  • ¿Cuál es tu vínculo con la Fundación Once?

Apoyaron mi proyecto personal para emprender mi actividad en el taller de cerámica, con la ayuda a la que tuve derecho por mi grado de discapacidad. Aportaron apoyo técnico para dar forma a mi proyecto y apoyo económico para colaborar en la viabilidad.

  • ¿En qué ayuda la práctica de tus talleres a determinados colectivos en su desarrollo cognitivo, emocional o psicomotriz?

Por mi taller ha pasado una persona mayor que salía de un ictus, le deprimía la rehabilitación tradicional y se apuntó a esta actividad para recuperar movilidad manual. Además, coincidió en el taller con un niño. Eso le suponía un buen estímulo y le aportaba alegría.

Otra persona con una enfermedad degenerativa de la vista, estuvo asistiendo dos años a los talleres. Decía que estaba deprimida porque había tenido que dejar todas sus actividades de ocio por la pérdida de visión. Con la práctica de la cerámica encontró un estímulo basado en el tacto que le permitió realizar una actividad creativa al tiempo que se relacionaba con otras personas y estimulaba su vida personal.

Por otro lado, una chica autista participa en uno de los talleres y está totalmente integrada en el mismo. También he tenido alumnado con depresión que cuentan que se encuentran mejor realizando el taller. Tienen la satisfacción de crear objetos por sí mismos que, además, son bellos. Esto les supone una mejora de ánimo.

Hay que tener también en cuenta que esta actividad desarrolla la concentración, lo que permite relajarse, apartando pensamientos negativos al estar centrados en la obra que se realiza.

Echando la vista atrás, en la época del COVID, tras abrir los locales al público, algunas personas vinieron a probar la actividad para relacionarse pues decían que la soledad les había afectado bastante y necesitaban realizar una actividad junto a otras personas.

También recuerdo a médicos que han pasado por el taller con la necesidad de rebajar su nivel de estrés. Esta actividad les permite concentrarse y relajarse porque produce sensaciones placenteras, por el tacto del material y la plasticidad de este elemento de la naturaleza. Se realiza una tarea manual básica que estimula la psicomotricidad fina, la creatividad y la concentración.

  • ¿Impartes tus talleres en el medio rural o en la ciudad?

Mi taller está en Oviedo, pero también he impartido sesiones en otras localidades a las que me traslado con mi material, realizando así otros talleres puntuales.

  • ¿Siempre tuviste claro que querías dedicarte a lo que haces ahora? ¿En qué momento decides emprender y crear tu propio modelo de negocio?

Nunca pensé que me iba a dedicar a la cerámica, en mi vida simplemente era una actividad de ocio que me gustaba y para la que tenía cierta habilidad. Mi formación es universitaria y el planteamiento siempre fue el de dedicarme a mi profesión de arquitecta.

La cerámica para mí era algo desconocido y hacía tiempo que me atraía. Comencé en el Taller 3 de la Escuela Municipal de Artes del Ayuntamiento de Oviedo donde estuve siete años asistiendo a un taller, hasta que llegó el momento en que veía que ya no podía avanzar más.

Esto coincide con una época de crisis personal en la que padezco una fuerte depresión, que me impide realizar mi trabajo de arquitecta en condiciones. Además, en este momento se da la crisis de la construcción con lo que la carga de trabajo del despacho disminuye bastante.

Por casualidad tuve noticia de unos cursos impartidos por el INEM para formación en alfarería/cerámica y completo mi formación en cuanto a técnica y conocimientos, aunque todavía no me planteo desarrollar una nueva actividad laboral.

A partir de haber recibido una indemnización y con el ánimo de mi familia comienzo a pensar en la posibilidad de abrir mi taller. Una decisión que tomé, definitivamente en 2019.

  • De todas las piezas que has realizado, ¿cuál es tu favorita y por qué?

Mi formación como arquitecta me hace tener mucho interés por la forma y el volumen y por consiguiente mis piezas favoritas se remiten al modelado de figuras humanas. Se trata de ejercicios en los que no se busca el realismo y la figuración, sino la esencia de la figura humana a través de la abstracción de las formas.

  • ¿Qué tipo de personas suelen apuntarse más a tus talleres? ¿Hombres, mujeres, niños, personas de avanzada edad, jóvenes,…?

El público objetivo de mi taller es la población comprendida en edades de 4 a 87 años que son los que han pasado por aquí en estos cinco años, tanto hombres como mujeres.

También han asistido personas con distintos tipos de discapacidad, siempre y cuando puedan valerse por sí mismas y tener cierta autonomía.

Se trata de grupos reducidos, máximo de seis personas, por lo que la variedad de edades no es un problema, es más supone un aliciente para muchos el poder convivir con gente de otras generaciones y circunstancias particulares.

En mis talleres no solo se realiza una actividad creativa, también se establecen relaciones personales. Los grupos que mejor han funcionado, como compenetración entre generaciones diferentes, son niños que vienen con sus abuelos a compartir una actividad.

También han resultado interesantes los grupos familiares que vienen a compartir la actividad como evento familiar.

  • ¿Qué les dirías a esas mujeres del medio rural que tienen una idea en mente, una afición o algún proyecto con el que emprender pero no se atreven a dar el paso?

Que si hay ilusión y ganas, no duden en ponerse en marcha con algún proyecto que pueda ser viable. Ya que la capacidad de trabajo, esfuerzo y sacrificio la han demostrado, solo necesitan una ayuda técnica para sacar adelante los proyectos si no tienen experiencia como emprendedoras. Ellas son las mejores conocedoras de sus oficios, de sus posibilidades y de sus ilusiones.

También hay que decir que un proyecto necesita tiempo tanto para ponerlo en marcha como para que se haga rentable, por lo que hay tener el proyecto muy bien estudiado y tener claro que, económicamente, se pueda afrontar. Una subvención es solo una ayuda económica, es decir, una parte que ha de completar el capital necesario para emprender. Es necesario contar con un capital inicial, ya sea propio o un préstamo, y tener la capacidad de poder afrontarlo.

  • Como mujer emprendedora, ¿has sentido que tenías suficientes apoyos, ayudas o subvenciones (a nivel estatal, provincial y local) de organismos para llevar a cabo tu proyecto? ¿Qué has echado en falta?

Siempre he sentido el apoyo familiar y de mi entorno en todo lo que he emprendido. Pero hay que tener en cuenta que, probablemente, tengo una situación privilegiada desde los puntos de vista económico, familiar y formativo que me han permitido desarrollar mis ideas.

He encontrado apoyo en instituciones en cuanto a información y ayudas. Pero en relación con la burocracia necesaria para llevar a cabo cualquier proyecto, es un problema complejo y farragoso, aun contando con formación y ayuda. Es difícil de conseguir llevar a cabo todos los pasos necesarios para sacar un proyecto a delante, complejidad burocrática y gran dificultad para el trámite digital.

Trámites digitales, en muchas ocasiones las plataformas no admiten documentación y no se indica el por qué. Al final son problemas de sistemas operativos que hay que actualizar o instalar, sobrenaturalmente de plataformas y no se sabe que ese es el problema, etc.

Hay que tener mucha formación digital para poder llevar a cabo todos los trámites administrativos online.

  • ¿Algo más que quieras añadir?

Reiterar mi agradecimiento a la Fundación ONCE, por confiar en mi y apoyar mi proyecto.