Artículo de Carmen Quintanilla en el Día de las Cooperativas. 7 de julio de 2018
Hoy los socios y socias de las cooperativas de todo el mundo celebran el Día Internacional de las Cooperativas, el principal motor económico de nuestros pueblos y familias en el entorno rural.
Unas cooperativas que nacieron en 1844 en Rochdale, Inglaterra, creando numerosos empleos en una época en la que Europa afrontaba una crisis económica sin precedentes. Hoy las cooperativas se están adaptando a los nuevos tiempos, ampliando sus productos y líneas de negocio, y emprendiendo en nuevos campos. Una faceta emprendedora que no puede olvidar a las mujeres, pues son precisamente ellas las que crean el 54% del empleo autónomo en el medio rural. Mujeres cada vez mejor formadas y preparadas para liderar los órganos de dirección de las empresas del medio rural.
Las cooperativas tienen que aprovechar este espíritu emprendedor. Apostar por las mujeres del medio rural, es apostar por el futuro y el desarrollo de las cooperativas, pero sobre todo, por el futuro y el desarrollo de los pueblos en los que se ubican.
Las mujeres rurales saben liderar, pero todavía hoy, su liderazgo no se ha aprovechado en el entorno rural y es prácticamente inexistente en el cooperativismo agrario. Cuando las mujeres asumen el liderazgo ponen lo mejor de ellas mismas.
Su liderazgo es transformador y beneficioso para las empresas, porque inspira y anima al equipo que dirigen a poner sus mejores capacidades en la tarea común generando confianza, respeto y credibilidad.
En España, existen alrededor de 4.000 cooperativas agrarias y forman parte de ellas alrededor de 1.200.000 socios. De ese algo más de millón de socios, un 25% son mujeres. Es decir, en las cooperativas agrarias tan solo hay 250.000 mujeres socias. Así mismo, su liderazgo en los consejos rectores no existe, ya que tan solo el 3,5% de los miembros de las cooperativas de primer grado son mujeres, y menos aún, el 2.2% en las cooperativas de segundo grado.
En pleno siglo XXI, al que he llamado en repetidas ocasiones el siglo de las mujeres, todavía nos queda un largo camino por recorrer hacia la igualdad real de oportunidades. Todavía debemos romper con los obstáculos y desafíos que impiden que las mujeres estemos representadas como nos merecemos en la toma de decisiones y podamos ejercer nuestro liderazgo.
¿A qué se debe esta situación? Se debe a la mentalidad, todavía bastante patriarcal, que impera en el medio rural. Hoy por hoy, para muchos socios es impensable que una mujer pueda presidir o ser miembro del Consejo Rector de una cooperativa que toda la vida ha sido gestionado por hombres.
Por otro lado, las mujeres consideran en muchas ocasiones que no cuentan con la suficiente formación para gestionar una cooperativa, pero no es verdad, porque cada vez hay más mujeres preparadas para afrontar los desafíos que tenemos en nuestro día a día. Aun hoy, las mujeres cuentan con una jornada laboral larga que no se reduce únicamente al trabajo que realiza en el campo porque somos nosotras las que educamos a nuestros hijos y cuidamos de nuestros mayores. Una situación, que trasladada al ámbito de las sociedades cooperativas, dificulta no solo que la mujer no pueda formar parte de los consejos rectores sino que además, les impide asistir como socias a las asambleas, que suelen convocarse a partir de las 8 de la tarde.
En este sentido, nos encontramos ante varios retos en los que tenemos que seguir trabajando con el fin de conseguir que las mujeres puedan ocupar el lugar que les corresponde en la toma de decisiones del cooperativismo agrario.
Es necesario seguir cambiando la mentalidad que impide a las mujeres tomar parte en la gestión de las cooperativas. Tenemos que ser conscientes de que no habrá futuro en nuestros pueblos sino contamos con las mujeres, y las cooperativas agrarias hoy más que nunca deben contar las mujeres, líderes de la sociedad rural. Avanzar con ellas, es avanzar hacia el futuro de nuestro mundo rural.
Carmen Quintanilla Barba
Presidenta Nacional de AFAMMER.